La historia tras este amuleto es también una explicación de sus poderes. Según cuenta la leyenda, la araña Iktomi lo regaló a los indios Lakota, en un tiempo anterior al tiempo. El dios araña usó su red para explicar a la tribu la esencia de la vida.
Había pegado en su telaraña ramas, plumas y los materiales que fue encontrando, entre ellas las ofrendas con que los indígenas le habían obsequiado. Con ello, les dijo a los Lakota, quería demostrar que la vida era un red donde las cosas valiosas y las que no quedan atrapadas.
Les dijo que pasaba lo mismo con los sueños. Buenos y malos quedan atrapados en la red, y rara vez llegan a nosotros en la intensidad necesaria para que los comprendamos. Por ello, la red que había tejido Iktomi tenía un agujero en el centro: para dejar pasar los sueños buenos, que nos guían e iluminan, y atrapar los malos, que nos hieren.
El atrapasueños debe colgarse encima de la cama para que dé resultado en su vigía. Es ideal que su círculo sea de sauce, y que las plumas, una vez desgastadas, sean sustituidas. Para hacerlo más poderoso, se le pueden colgar objetos personales en el red.
La parte más difícil al interpretar un sueño es recordarlo. Hace falta disciplina para lograrlo. Por ello es recomendable llevar un diario de los sueños: tener a la mano, cerca de la cama, cuaderno y lápiz para anotar en cuando despertemos los rasgos más generales del sueño.